Llamar a la puerta no es un simple gesto
¿Alguien se imagina estar alojado en un hotel y que de repente la camarera de planta entrara en nuestra habitación sin tan siquiera llamar o solicitar entrar?
Antes de que os escandalicéis por el símil que pretendo realizar entre entrar en una habitación de hotel y entrar en una habitación de una clínica, soy MUY consciente de la diferencia que existe entre ambos, a unos usuarios se les denomina huéspedes (a pesar de pagar) y a los otros pacientes (a pesar de que a menudo se les acaba la paciencia).
La experiencia de haber trabajado en ambos sectores del mundo de los servicios creo que como mínimo me da cierto crédito para poder opinar.
Tengo plena convicción que el pequeño gesto de llamar a la puerta antes de entrar en la habitación de un paciente mostraría sin duda respeto hacia su persona sin con ello mermar para NADA la calidad asistencial, ni subestimar la categoría del equipo de enfermería o del equipo médico que le atiende.
Estamos hablando de simplemente anunciar nuestra llegada antes de entrar. Probablemente, con un simple gesto como rozar la puerta con los nudillos de la mano antes de entrar o incluso en el mismo instante en el que estamos entrando en la habitación. Un símbolo de educación, respeto y consideración, valores que las personas no deberían subestimar ni en el ejercicio de su profesión ni en la vida personal.
Animo a los profesionales asistenciales a probarlo. Y por favor, si alguien se encuentra con alguna situación en la que el enfermo o alguno de sus acompañantes se haya incomodado por el ruido de los nudillos o el mero gesto, ruego lo compartan con todos nosotros.
Cómo todo en la vida, hay excepciones. Antepongo la detección de un código azul, un código rojo u otras situaciones de urgencia para pedir a todo el equipo sanitario que, no sólo no se llame, sino que se entre en las habitaciones de estampida y sin miramientos. Ello sin duda salvará vidas que, al final, es lo que realmente importa.